26.12.10

Imposible ignorar el calendario.

Miro para afuera y no me decido, entre la certeza de que el mundo no tiene un gramo de lógica, y la de una lógica extraña y compleja, que no puedo comprender pero a lo mejor pueda llegar a percibir. Se me ocurre proponerle algo al 2011, yo trato de no quejarme tanto y él me da un respiro, no me animo, no creo que pueda parar de protestar. Ya no pido otros deseos ni deseo un amor, porque creo que cuando me animé a pedirlos lo más cercano que encontré fue como una maldición. Me gustaría decir que esta es mi última queja y que apuesto todo a esa lógica incomprensible que me dice que después de todo nunca puede ser de otra manera, pero cuesta tanto...

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