28.4.11

Soy como este vaso, a veces.




Andate, dejame con mis berrinches y mis miedos y mis formas excéntricas de llanto, pero que sea mentira, que parezca que te fuiste pero quedate. Porque sabrás que nunca admito cuál es mi última gota.


Como soy una persona con poquísima capacidad de decisión, acá hay más gotas rebalsando más vasos. Sí, a veces estoy tan loca como para olvidarme que tengo que dormir estudiar leer comer resspirar, y ponerme a sacarle fotos a un vaso obsesivamente. Y Que le vamos a hacer...

La gota que rebalsa todos mis vasos









27.4.11

(un poco) Colgada

En lo que va de la semana (Y recién es miércoles):

-Perdí un libro de la facultad ADENTRO de mi cama, el día que lo tenía que leer. Y lo busqué todo el día, por toda la casa.
-Perdí 3 hojas de las fotocopias de historia. (Llamado a la solidaridad, alguien puede prestarme las hojas 263, 261, y 315 del libro por favor?
-Agarre una bolsa de caramelos en vez de una bolsa de monedas, y casi no me doy cuenta hasta llegar a la parada del colectivo.
-Le dije a 2 personas que iba a estar en 2 lugares diferentes a la vez. 
-Me olvidé 4 veces de fijarme la hora y llegue tarde a todos los lugares a los que tuve que ir. 
-La peor: Me olvidé de apoyar la mano en el piso en yoga, entonces me caí.

Ok, estoy re bien.

25.4.11

Un cuento. (Porque siempre va a ser mejor hacer la tarea de taller que estudiar historia.)

(Me ahorro el título feo que le puse por obligación.)


Como todos los Lunes, Lucía se levantó a las 6 de la mañana y desayunó un café con dos tostadas. Regó las plantas, se bañó, y se vistió para ir al trabajo. Se cortó un poco el flequillo que ya le tapaba los ojos, y salió apurada hacia la parada del colectivo. Se puso los auriculares, esperó diez minutos el 96, consiguió sentarse, cerró los ojos y se durmió. 50 minutos después Lucía se bajó del colectivo, caminó 3 cuadras y entró a la oficina en la que trabajaba. Saludó a sus compañeros con la mano,  se ubicó en su puesto, y  se puso a trabajar. A la hora del almuerzo, Lucía fue sola a un local de comidas rápidas. No salía a comer junto con sus compañeros, detestaba las conversaciones banales y las discusiones sin sentido que tenían lugar en esos almuerzos. En el baño del local, Lucía notó que tenía el pelo más largo de lo que recordaba, seguramente hacía mucho que no le prestaba atención a su imagen, porque no había notado que le llegaba casi hasta la cintura. Se lo recogió en una colita y volvió a su puesto de trabajo. Trabajó hasta las 6 de la tarde y volvió a su casa. Pasó el tiempo leyendo, cenó y se fue a acostar.
El martes Lucía repitió su rutina de todos los días. En el horario del almuerzo notó que su pelo estaba aún más largo que el día anterior, se sorprendió de lo rápido que crecía. De todas formas hacía mucho tiempo que no se lo cortaba,  era hora de ir a la peluquería. Pensó en pedirle a alguna amiga que la acompañe, pero hacía tanto que no llamaba a ninguna de sus amigas… Salió del trabajo y en lugar de ir a esperar el colectivo a la parada habitual, empezó a caminar, buscando un lugar donde cortarse el pelo. Entró en la primera peluquería que encontró, y pidió que le corten el pelo a la altura de los hombros. El peluquero, fiel a las características de su oficio, comenzó a hablar sin parar. Que era una lástima con tan lindo pelo y tan largo que se lo corte tan corto, que cuanto tiempo hacía que no se lo cortaba como para que le llegue ya casi hasta las rodillas, que si no quería mejor hacerse un desmechado. Lucía le contestó con un simple No gracias.
_Este corte te va a quedar precioso, le va a encantar a tu novio._ Insistió el peluquero.
_No tengo novio._ Le contestó Lucía secamente.
_Ah, ¿Querés hacer el cambio de look para conquistar a alguien?
_No.
_Bueno, entonces querés ser la envidia de todas tus amigas…
El peluquero siguió intentando entablar una conversación con ella, sin éxito. Lucía volvió a su casa bastante tarde, aturdida del peluquero y un poco perturbada; las preguntas entrometidas del hombre la habían hecho pensar en lo aburrida que era su vida últimamente. Se acostó temprano sin cenar, y se durmió enseguida.
El miércoles Lucía se despertó otra vez aún cansada, y sin ganas de trabajar ni de hacer nada, como cada día. Se sorprendió un poco al ver su reflejo en el espejo luego de bañarse, le parecía que ya no estaba tan corto y prolijo como el día anterior. Fue con desgano a la oficina, llego tarde, ni siquiera saludó a nadie, se sentó y empezó a trabajar. No salió a almorzar. La tarde pasó muy lenta, cada segundo le parecía un siglo, y cuando al fin estuvo en el colectivo, se sorprendió de que su flequillo estuviera tan largo que le tapaba los ojos. Se corrió los mechones, apenas podía ver por donde iba. Cuando llegó a su casa y se miró en el espejo, no pudo creer que ya ni se notara el corte del día anterior. Esa noche se acostó pensando que su pelo estaba descontrolado, y la asaltó un miedo exagerado, cualquier cosa que saliera de su control en su pequeña vida la alteraba. No se podía dormir, daba vueltas en la cama, sentía su pelo ya más largo que antes del corte desparramado por toda la cama, dándole calor, y el flequillo fuera de control tapándole la cara.
 A la mañana siguiente su pelo ya casi llegaba al piso, se pasó un buen rato intentando hacerse un rodete, se hizo una larguísima trenza que enrolló sobre su cabeza como un turbante. Le preocupó que su aspecto, entre ese peinado y las ojeras por no haber dormido en toda la noche, pareciera un poco ridículo, creyó que algunas personas por la calle y en el colectivo la miraban raro, pero en el trabajo nadie pareció notar nada extraño. En realidad nadie pareció ni siquiera notarla a ella. Pasó nerviosa la mañana, sintiendo que su rodete era cada vez más grande y ridículo y estaba a punto de desarmarse. Al mediodía se encerró en un baño atormentada por su desbocado cabello que como si tuviera vida propia estaba soltándose de su peinado y fluía como una catarata que se arrastraba por el piso. Se quitó un pañuelo que llevaba en la garganta y se lo puso como si fuera un turbante, volvió a su puesto de trabajo preocupada por el envoltorio multicolor que tenía sobre la cabeza y rogó que las horas pasen. Ya en el colectivo hizo piruetas imposibles para lograr sujetar el trapo sobre su cabello, que se cernía como un enorme casco a punto de explotar. Cuando llegó, exhausta, lo soltó y dejó libre la masa de pelo que la tapaba por completo, le tapaba también la cara y se arrastraba por el suelo, como la cola de un lúgubre y pesado vestido de novia. Llegó como pudo, con los ojos tapados, a la cocina, tanteó las tijeras  y comenzó una lucha silenciosa. Cortó con desesperación mechones de más de tres metros de largo, los arrojó con furia al suelo, pasó más de dos horas cortando y en la desesperación arrancando los pelos que brotaban furiosos de su cabeza. Afeitó su cabeza con una navaja, y cuando estuvo completamente calva, ya entrada la madrugada del viernes, creyó haber ganado la lucha y se acostó a dormir. Se durmió profundamente con el cansancio de los últimos dos terribles días encima.
 Pero solo dos horas después sonó el despertador. Se desesperó cuando notó que su cabello estaba comenzando a crecer de nuevo. Pero por otro lado se sintió aliviada, era mejor tener nuevamente esta melena corta que ir al trabajo rapada. Se ahorraría preguntas y explicaciones. Durante el día no dudó en cortar a cada rato los mechones que crecían a un ritmo vertiginoso, se mantuvo tan ocupada manteniendo su cabello a raya para que ni un solo cabello llegue a la altura de su cintura, que al final de la jornada laboral no había hecho ni un cuarto del trabajo que tenía pendiente. A las 8 y media de la noche, Lucía seguía en la oficina, se  debatía entre intentar terminar con su trabajo y arrancarse los cabellos que crecían a cada segundo; ya no daba a basto con las tijeras, se arrancaba dolorosamente los mechones enteros de raíz y al segundo ya tenía otro mechón rozándole los pies. Derrotada, se fue de la oficina a las 12 de la noche. No había llegado a la mitad del trabajo, el lunes se las iba a ver con su jefe… Y ya había salido el último colectivo. Arrastrando una cola de 5 metros y medio de cabello enredado que no lograba recoger, caminó y caminó toda la noche. Le hubiera gustado pedir ayuda, pero estaba demasiado avergonzada como para hablar con un desconocido, y no tenía a nadie que pudiera llamar a esas horas de la noche. Sus amigas apenas se acordaban de ella, con su hermana hacía meses que no hablaba más que por mensajes de texto para ver si estaba bien, no se llevaba bien con ninguno de sus compañeros de trabajo y no salía con un hombre hacía casi un año. Buscó calles poco transitadas para que nadie la viera y arrastró su larguísima cortina de cabellos por las sucias veredas de Buenos Aires.  Llegó a su hogar casi al amanecer. Incapaz de meter su cabellera en el ascensor, subió los 6 pisos por escalera, y cuando logró entrar a su departamento, el final de sus cabellos aún estaba en la vereda. Los  mechones que podía cortar con las tijeras no compensaban los que crecían a cada segundo. Tuvo que arrastrar la larga alfombra castaña que caía por las escaleras, y cuando logró meterlo todo dentro del departamento, cerró la puerta con llave y se largó a llorar. Pasó la tarde y noche del sábado llorando por haber perdido el control de su vida por algo tan ínfimo como el pelo. Amaneció el domingo y Lucía siguió llorando mientras su cabello brotaba de su cabeza con la misma fluidez que sus lágrimas. Ahora ya no lloraba por el pelo; lloraba porque estaba sola,  porque no tenía a nadie a quien contarle sus problemas, lloraba porque ya no se acordaba el teléfono de su hermana, porque ni uno de sus compañeros de la oficina le había hablado en toda la semana ni le había preguntado si se había cortado el pelo o aunque sea comentado que tenía un peinado muy extraño para que ella pudiera confesarle la tortura en la que vivía desde el comienzo de esa semana; lloraba porque a nadie se daba cuenta si ella estaba cambiada y porque a nadie le importaba que estuviera siendo tragada por su propio cabello. A las 7 de la tarde del domingo su cabellera la tragó por completo. Lucía desapareció para siempre bajo una montaña de metros y metros de cabello enrollado que la aplastó.
Nadie notó su desaparición hasta la mañana del lunes, cuando su pelo, que no se decidía a morir con ella, desbordó por las ventanas y por debajo de la puerta, y corrió por los pasillos, por las escaleras, y por las calles enteras, y comenzó a estorbar las rutinas de los vecinos ansiosos que se encontraban con una alfombra castaña que les impedía llegar a tiempo a sus empleos en esta semana que recién comenzaba.
Cuando el martes por la mañana la policía tiró abajo la puerta del misterioso departamento del que brotaba el pelo, y los vecinos curiosos desenredaron la enorme montaña de cabello oscuro, debajo de ella, no encontraron nada. 

23.4.11

Me está cansando esto de tener sólo pensamientos cortos

Es increíble mi capacidad para hacer extremadamente complicadas las cosas más sencillas... 

Tengo

Un libro que tengo que leer, un libro que quiero leer y dos libros para estudiar. 
Un par de películas y capítulos que quiero ver, si no me alcanza la paciencia para agarrar un libro.
Naranjas y alfajores de arroz con café, para comer si no logro quedarme quieta el suficiente tiempo para ponerle Play a nada. 
Una noche por delante para estar Sola, sólo estando sola estoy tranquila.
La sensación de que soy muy poco humana, y no en el sentido marciano que me divierte, sino en un sentido que me da bastante culpa.
La sensación de ser un Sim con el cual están usando el truco para subir y bajarle las barras. (Pero qué buena metáfora de bipolaridad...)


pd.: ¿Casi veinte años no alcanzan para entender que No me tienen que despertar llamándome por teléfono?

21.4.11

Insoportable hasta dormida, ya no se que hacer conmigo, y creo que perdí la capacidad de mantener durante más de 3 renglones la coherencia. No hay nadie pero a lo mejor estás por ahí, me lo dice el más allá. (Mentira, es solo el inconsciente diciéndome lo que quiero, que además yo ya lo sé.) Pero igual me lo dicen ciertas señales, o a lo mejor las exagero.

20.4.11

contradictoria LXIV....

Entre mis principios y mis otros principios, y siempre ni que sí ni que no, ¿Hay cosas para decir, o hay cosas que hay que decir? Siempre me da esa especie de odio cuando me estoy yendo y vuelvo como por un imán, pero también sonrío, ¿Entonces que más voy a hacer?


Tengo un cuento de pelos que no paran de crecer y gente antisocial que a lo mejor sea un poco más entretenido que mis dilemas, pero para después.

18.4.11

Viviría en una burbuja viendo novelas e inventando historias que pueden ser pero no son. 

16.4.11

Fin


Día 133 (Día 140 del año de Ato)
Me estoy muriendo de hambre. Ya no me dan  alimentos, solo me arrojan más y más flores de Endocann. Tengo claro qué, probablemente, sea una especie de droga que comenzará a hacerme olvidar, o delirar, y terminaré como Úrsula y como los demás. Pero ya no resisto a la tentación. Tengo tanta hambre y tanta sed… Y las flores están ahí, rosadas y húmedas… Tengo 7 días para escapar, o se irá la nave, y estaré perdido para siempre.

Día 138 (Día 145 del año de Ato)
No tengo más esperanzas de escapar, no tengo más energías, no se como todavía estoy vivo, solo puede ser porque los días aquí son más cortos. El año de Ato termina en 3 días. ¿Y si su promesa es verdadera? ¿Si como la flor y soy libre? 

Día 192 del año de Ryu.
Úrsula dice que este cuaderno era mío. ¡Qué cosas tan raras que dice! Mejor que Riya no lo vea. Soy tan feliz, esta semana llegan visitantes. Vamos a preparar un gran banquete. Soy tan feliz, quiero tanto a Riya. Pero que cuaderno más raro este, qué papel tan blanco, parece de otro mundo. Voy a usar las hojas que le quedan libres para escribir mis mayores momentos de felicidad en la vida. Pero ahora no puedo hacerlo, ¡Estamos tan ocupados con el banquete!
Fin.
Cuéntense de mí todo lo que nunca les llegue a contar. Estás para siempre. 

15.4.11

Un poco ahogada pero otro poco tratando de seguir. Días tristes otra vez, pero yo sé, que ya nos vamos a levantar de nuevo, ya voy a encontrar mis colores. Otro huequito en el corazón pero siempre hay buenos recuerdos. Para siempre. 


14.4.11

Cuidado...

Palabras que vos tiraste al aire, en mi cabeza son un sonajero.

Día 130 (Día 137 del año de Ato)
No logramos escaparnos. Lo hicieron, la convirtieron. Úrsula simplemente no quiso irse conmigo. No me ignoraba como los demás, pero me dijo que teníamos que quedarnos ahí, que este era nuestro verdadero hogar, y una serie de delirios.  Traté de convencerla de todas las formas posibles, y como no lo lograba, intenté llevármela por la fuerza. Logré llegar arrastrándola hasta el exterior del edificio, pero cuando estuvimos afuera, apareció la muchacha, por llamarla de alguna manera, que me encontró y me trajo hasta este lugar. Tampoco ahora, que me descubrió intentando escapar, fue violenta. Le dijo algo a Úrsula, y ésta empezó a hacernos de traductora de chino a español, como si ella misma no fuera parte de la conversación.
Me dijo que la muchacha decía que yo era libre de irme cuando quisiera, pero antes debía probar su flor nacional, el Endoncann. Le dije que de ninguna manera oprobaría nada. La muchacha me ofreció la flor, era más bien un fruto. No parecía demasiado diferente a los alimentos que me daban todos los días. Sin embargo, no podía creerme la historia de que me harían libre si comía esa flor. Intenté preguntar por medio de Úrsula porqué querían que coma esa flor, pero no lograron explicarme nada. Le respondí que no, y a muchacha entendió mi respuesta. Gritó, y en un segundo aparecieron otros tres endólicos. Me sujetaron de brazos y piernas y me arrastraron. Úrsula me siguió sin oponer nada de resistencia. Intenté forcejear pero era inútil, son muy fuertes. Entonces Úrsula me transmitió un último mensaje. “Riya lo lamenta, pero si no comes, Endocann, no hay más comida.” Me encerraron otra vez, esta vez me arrojaron en una fosa. Solo puedo agradecer que no me hayan quitado el cuaderno. Pero estoy a muchos metros de profundidad y no hay nada de lo que pueda agarrarme.  No encuentro forma de salir, estoy muy, muy cansado.

Continuará

Faltan 3 días cortitos, y me dejo de hablar de marcianos que no son marcianos. 

13.4.11

Porque total, yo de acá me voy.

En (mi) mundo pasan cosas que no llego a entender, yo no hago nada. Para afuera indiferencia, en el fondo rechazo, en secreto una fecha (un poco abstracta) límite para escaparme.  Pero no tengo un plan, solo sirvo para tener sueños. Lo raro es que a veces se cumplen un poco, solo un poco, y me vuelven loca: No se si tengo que insistir o que volar. Pero si me vuelo otra vez, no se para que lado ir. Y si insisto, tengo miedo, otra vez estoy perdiendo el tiempo.  

Todavía no termina.


Día 111 (Día 118 del año de Ato)
Los miembros de las expediciones anteriores no están muertos. Los tienen a todos aquí. No entiendo que les hicieron, sea lo que sea no quiero que me lo hagan a mí. Ayer, en lugar de venir un endólico a traerme los alimentos, vino un humano. Uno de los chinos de la última misión que nunca regresó. Actuaba como si fuera uno de ellos. Me desesperé, le hablé en español y en inglés, le grité, le supliqué, traté de retenerlo. No parecía saber quien era ni entender lo que sucedía. Me dejó los alimentos y se fue. Hoy a la mañana, vino una mujer de mediana edad. La reconocí de las fotos en los libros, había sido parte de la primera expedición. Era inglesa, pero le hablé en inglés y actuó como si no me entendiera. Le rogué que me mire, le grité, le supliqué, y aunque actuó como si me ignorara, dejó la puerta abierta. No se si lo hizo adrede o si se asustó de mi y olvidó cerrar. Pero pude salir de la habitación, corrí por un pasillo. Y tras otra puerta, oí una voz familiar. Era Úrsula, la enviada diplomática de nuestra expedición. Hablaba en chino con un ser de voz infinitamente aguda; como enviada diplomática, estudió varios idiomas mientras estábamos a bordo de la nave. Me alegré de que estuviera viva, pero temí lo peor. Úrsula es por sobre todas las cosas una mujer optimista. Si la convencían de que solo querían entrablar comunicación, ella bajaría la guardia, y terminaría convertida en un esclavo con el cerebro lavado como los enviados anteriores.  Seguí caminando, llegué hasta un salón central en el que se encontraban reunídos varios endólicos. Sabía que atravesando ese salón estaba la puerta. Podía escaparme. Pero no podía dejar a Úrsula, y debía averiguar si mis otros compañeros también estaban allí. Me robé algo que parecía una herramienta de hierro, que me serviría para destrabar la puerta, y volví a la habitación. Más tarde voy a salir, voy a ir a buscar a Úrsula, y vamos a irnos. Ya no me importan los Ñandús, ni las tierras, ni el origen de este mundo. Si no llegamos antes del día 148 a nuestra nave, la nave se irá vacía, y no podremos volver nunca a la Tierra. No puedo fallar. 

Continuará.

12.4.11

Todo lo irracional y malo que esto les parezca, se justifica con que "era de tarea."

Día 108 (Día 115 del año de Ato)

Finalmente los Endólicos me encontraron. No me descuartizaron, por ahora. Enviaron a uno de los suyos para intentar comunicarse conmigo. Me atrevería a decir que es una mujer, aunque creo que es incorrecto clasificarlos en hombres y mujeres. Me habló en una lengua que debe ser la suya, y como no le entendí nada, comenzó a hablar de otra manera. Supuse que era alguna lengua extranjera de otro territorio del Endólico. Pero ella insistía como si creyera que la tenía que comprender. Entonces me pareció escuchar algo familiar en ese lenguaje. Me estaba hablando en chino. Claro, todo cerraba. La última expedición contaba con dos miembros chinos; un científico y un enviado diplomático.  Tal vez lograron comunicarse con los endólicos y enseñarles su lengua, o a lo mejor ellos también nos investigan a nosotros y lograron decifrar algunas de nuestras lenguas como nosotros intentamos hacer con ellos. ¿Cómo iba a explicarle a este ser que me veía como un Alien que no entendía el idioma que ella creía mío? Pronto desistió de comunicarse, me indicó de alguna manera que la siga, y por alguna razón, supongo que por temor, eso hice. Me llevó con sus compañeros que me observaron durante un momento, y decidieron llevarme con ellos. Me trajeron a una vivienda subterránea, amplia y luminosa. Alumbran de una manera muy extraña, como si hubieran logrado controlar la luz de sus soles en forma de nubes que flotan en todos los ambientes. No me trataron con violencia en ningún momento, pero cuando intenté escaparme, simplemente no me dejaron. Tienen mucha fuerza, me sujetaron con firmeza y me encerraron en una habitación, en la cual estoy ahora. Tengo pocas energías, voy a intentar descanzar, necesito pensar un plan de escape.

Continuará...
Otro acto de locura casi imperceptible, una desesperación injustificada, desconcentración exagerada, una duda insoportable, (que a lo mejor no me incumbe?), café y ansiedad. Y un escalofrío, bien fundamentado, eso sí que fue real, y cuánto tiempo que pasó ya, y todo lo que se movilizó en vos (en mi), al final se quedó quieto. 

11.4.11

Mejor sigamos hablando de otros mundos.


Día 102 (Día 109 del año de Ato)
El día 80 del año de Ato, me encontraba en los alrededores de Noat. Aún no había hallado a los Ñandús, pero había hecho grandes progresos. Había aislado moléculas de oxígeno e hidrógeno en las aguas del Tahoal, y me encontraba trabajando en los Arbustos Lyncann, cuya anatomía parecía similar a la de un helecho terrestre, cuando los vi. Primero los vi a lo lejos, pensé que se trataba de algún tipo de animal. A lo mejor eran alguna especie similar a las jirafas. En los informes de las misiones anteriores se hablaba de especies similares a las terrestres en los territorios del norte. Pero luego los ví de cerca. Había más de una docena de ellos. No cabía duda, eran esos seres descriptos por la expedición anterior como “Habitantes del Endólico que viven en sociedad y se comunican en un lenguaje articulado” pero que sin embargo “no guardan ninguna similitud física con los humanos, salvo que tienen dos ojos y caminan erguidos”. Algunos eran altos como un humano y otros el doble. La piel de algunos era de un color amarillo limón, otros eran azules y unos pocos, los de estatura más baja, de un color que nunca antes vi.
Desde ese día los observo escondido. Si debo ser sincero, yo prefería encontrar a los Ñandús. No logro ser tan optimista como mis compañeros, yo no creo que podamos comunicarles de alguna manera que venimos en son de paz. Los tripulantes de las dos misiones que han dado testimonio de verlos, han perdido la comunicación con la Tierra justo después de informar que habían tenido contacto con los habitantes. No puedo dejar de pensar que me van a encontrar dormido y me van a diseccionar para investigarme. 


Continuará.

contradictoria

Veo que el mundo quiera o no se termina equilibrando de alguna manera, que el tiempo a la larga nos va dando la razón y que todo en algún momento se acomoda. Igual, me desespero ante cualquier cosa que no entiendo, me agarra un ataque de nervios cuando pienso que ahora tampoco. ¿Qué me espera; o hasta cuándo me espera? 


Me sorprendo una vez más de mi capacidad de encontrar explicaciones alternativas a lo obvio, y de probarlas. ME TENGO QUE DORMIR!

p.d.: den la cara los que leyeron el cuento de los marcianos !

10.4.11

en este cielo no brilla un sol



Tía: _¿Y porqué elegiste esa carrera, nena?
Yo: _Porque puedo hacer la tarea borracha.





Día 42 (día 49 del año de Ato)
Hace treinta días me separé del grupo para comenzar con mi labor científica. A simple vista parecen confirmarse las sospechas de la expedición anterior, estas tierras estuvieron violentamente sacudidas por sismos hace mucho tiempo, y probablemente fueron las primeras en emerger entre el océano Panlehico y el Xzotapel, dando origen a los continentes de Mayón. Las aguas del Río  Tahoal parecen dulces y similares a las de la Tierra, por lo tanto, si los Mayónicos no se acercan al Río, sus organismos deben ser muy diferentes a los nuestros. Quizá consuman agua salada, o los océanos sean dulces. Pero aún estoy lejos de los océanos, primero necesito llegar a Noat, la capital geológica; de allí surgieron los pocos datos que las expediciones anteriores pudieron enviarnos, y es una gran promesa. Si allí no están los Ñandús, por lo menos habrá algún rastro que seguir.   En general, los paisajes me recuerdan al sur de Cablera. Grandes llanuras rojizas y un cielo profundamente azul. Pero en este lugar no hay aves en el cielo ni animales en la tierra. Solo hay animales en las aguas del Tahoal, se parecen a nuestros peces, pero  no tienen necesidad de estar siempre en el agua para respirar. Y lo más impactante, es que en el cielo no brilla un sol, sino dos. 

Continuará...

9.4.11

Y dale que va...

La próxima vez que alguna tía desorientada me pregunte, nena, ¿Qué es lo que estudias vos en la facultad?, le voy a mostrar mi primer trabajo de taller I. Seguramente se convenzan de que estudio cosas muy importantes y productivas y voy a tener un hermoso futuro... ¿O no?


Lean que en un rato me agarra el raye (o entro en razón) y lo borro. Y si sigo incoherente como ahora, después subo la continuación.



Día 1  (día séptimo del año de Ato.)
Al fin llegamos a las tierras del Endólico. Ya hace varios días Mayónicos que llegamos, pero con los efectos del viaje interplanetario, no pude levantarme de la cama (o en realidad, del suelo). Creo que si el viaje hubiera durado un día más, me hubiera vuelto loco. Somos la cuarta expedición terrícola que arriba en el planeta Mayón, la tercera que llega a los territorios del Endólico. Pero nuestro objetivo, es ser la primera en regresar con vida a la tierra.
Es raro pisar suelo firme después de dos años. Pasaron meses desde la última comunicación con la Tierra. Desde que llegamos, cada uno está ocupado intentando comenzar con su trabajo, en la medida que el cuerpo nos lo permite. Si bien las condiciones son aptas para la vida, el frío es insoportable y el viento apenas permite moverse. El aire es muy denso, siempre tenemos que llevar un respirador con oxígeno extra.   
Se nos complica y no tiene mucho sentido seguir calculando la fecha terrestre, por lo que el equipo decidió adoptar el calendario Mayónico. Corre al año de Ato,  los Mayónicos llaman así a los años en que el planeta orbita alrededor del más pequeño de sus soles. El año de Ato dura 148 días, y aunque aquí no funcionan nuestros relojes, creo que cada día es mucho más corto que los nuestros.
Espero sentirme mejor en los próximos días y poder salir a explorar. Debemos finalizar con nuestra misión antes de que termine el año de Ato, porque en ese momento, la nave regrasará automáticamente a la Tierra. Así que necesito recuperarme y comenzar la búsqueda de los Ñandús prehistóricos, que es mi misión específica. Las expediciones anteriores llegaron a enviar datos sobre una comunidad de animales gigantes y similares a los Ñandús terrestres que viven ocultos entre los volcanes, que aparentemente inmigraron de una isla llamada Mynmar. Esa isla, parece ser la clave del origen de la vida en Mayón.  
En cuanto a las poblaciones Mayónicas, aún no hemos encontrado ninguna (lamentablemente para el resto del equipo, que están tan interesados en estudiarlos e intentar comunicarse, pero afortunadamente para mí, porque estoy seguro de que no harán otra cosa que descuartizarnos si nos encuentran.) En teoría, nosotros estamos en el sur, cerca del Río Tahoal, a cuyas aguas no se acercan los habitantes, que están distribuídos en cuatro regiones al norte del lago Moní. 

Continuará. (o no.)



8.4.11

tienes sueño, muuuuucho sueño

Dormí más siesta que a la noche, y sumando las dos cosas no llego a las 6 horas. Por lo tanto, si en un rato se me ocurre subir acá la historia de extraterrestres y planetas que no existen que conformaba mi tarea para la facultad, sepan disculpar; no me hago responsable de mis actos. 

5.4.11

Últimamente tengo menos de 20 minutos de capacidad de atención; teniendo en cuenta mis horarios,  eso es tremendamente malo si mañana es martes.

4.4.11

Alguien

Con quien hablar de todo, 
hasta que nos encuentren los marcianos o nos entiendan las hormigas. 

Desorden



[Ruido de pisadas]
L: ¿Vos también das vueltas alrededor de la escalera cuándo tenés que estudiar y no querés estudiar?
T: Sí.
L: Ah.
[Ruido de pisadas x 2]


Notas al margen: Otra vez se quedó sin identidad la voz de mi conciencia. Si hablo sola nadie me contesta. La historia para contar es cada vez más larga. No estaría mal una charla de horas y horas con un extraño. Tal vez borrachos. 


Me olvidaba: Odio las certezas, en la medida en que matan las posibilidades remotas pero perfectas. No quiero saber nada si implica saber todo, no quiero saber cuándo Sí si implica saber cuando No. 

3.4.11

Silencio, (de mentira)

La verdad, solo la verdad y nada más que la verdad. 
Pero como eso no existe, hay que inventar alguna vida. Y si se va acercando, ya no hay palabras; no tienen mucho sentido las descripciones de un punto tan medio y equilibrado. Entonces, no te digo nada: A lo mejor hace unos días que 4 o 5 "casualidades" (que claro que a esta altura yo también digo que no existen) me salieron bien, pero no tanto como para gritar que la vida me sonríe porque te desorientarías... Entonces en fin, mejor me callo, y además, ayer estuvimos tanto rato en silencio, que falta nos hacía. Y a veces no hace falta decir nada más.


(Pero que silencio más raro el mío, al final tiene como 7 renglones.)

Ah, y a lo mejor, solo a lo mejor, si la vida sigue y yo no tengo nada  "verdadero" que contar , me anime con una de esas mentiras lisas y  llanas, mentiras declaradas , porque, después de todo, tengo pendiente un diario de viaje al territorio de Endólico en el planeta Mayón para el jueves. Y si no vuelvo a desesperarme, a lo mejor en unos días les cuento.