13.4.12

Neuronas en rebeldía

Cuando tengo que hacer algo que no me gusta del todo,  no puedo evitar exteriorizarlo en un capricho insoportable primero, contarle a todo el mundo lo desdichada que estoy y volverme un ser quejoso e insoportable por aproximadamente dos o tres horas. Después del suficiente escándalo, tengo suficiente energía asesina para realizar cualquier tipo de actividad estresante en dos minutos, cegada y sin que me importe más nada, ni el malestar momentaneo ni el resultado final, ni los eventuales problemas filosóficos y existenciales que pueda tener. Después me olvido y soy feliz de nuevo, y a veces tienen tanta mala suerte  los que me toleran, que  me sale bien y quienes me bancaron el capricho tienen que bancarse un pedido de disculpas por ser tan tonta y que les cuente y muestre lo bien que salió todo y qué razón tenían al insistirme y calmarme, y que no volverá a ocurrir, y que bueno que les hice caso, y que los tengo conmigo, y esta vez es la última enserio, y ya voy a aprender,  disculpe las molestias.

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