31.12.12

Delirio-ambición

Leo, me hago la filosófica, y me convenzo. Es medio imposible construir vínculos copados entre las personas en esta sociedad, este sistema, con estas reglas de juego. Y si "todo" alguna vez va a cambiar, va a tardar mucho tiempo. Seguro no vamos a verlo. Pero se me ocurre que, si no vamos a vivirlo, hay que tirar alguna punta para empezar algún cambio. Pienso en dos formas. Una son las pequeñas resistencias. Transgredir, agruparse, aislarse. Formar pequeñas comunidades raras y revolucionarias. Y la otra es escribir ficción. Creo que eso es lo único útil que aprendí de mi odiada cursada de historia de los medios. El teléfono, por ejemplo, existió en los cuentos, como invento mágico, antes que en la realidad. Al igual que la radio, y los submarinos.

No es pretenciosa la chica. Quiere ser la Julio Verne del concepto que reemplace al deforme y gastado "amor".

Hacete la revolucionaria tranquila, que total mañana será otro año.

29.12.12

saludo adelantado

Desde que el año todavía no estaba por terminar que me rondan en la cabeza ideas de fin de año, o de fin de algo. Y como ya se va haciendo momento, iba a decir que fue un año de lo más productivo. Pero también se me ocurrió que fue de mis etapas menos crativas (o menos artísticas, que es lo mismo). Y esas dos oraciones una atrás de la otra son una paradoja. Así que, al final, no hay despedida. Chau mundo, me voy a conocerte.
Y te dejo una sopa de palabras que no llegué a moldear para hacer inteligible, porque total a quién le importa lo que hice con mi tiempo más que a mí.

casinadatrayectojueguitofuerademanos.busquedaseriaautoconfiar.entrevistaanunciaresperarconseguir.trabajar(encontrararriesgarresignar).sueldojefetrabrajo.nosé.méxicoavión.trenmotocreerasociaciónmicrofluirdejar(muchomás).desapegoliberarconfesarexperí.encierrojuegodiálogotracción.confluirintelectual.(no)irafinalcosasdepilacuerla.-espera,viaje. ¿Qué es esto? Nada, un calendario.


19.12.12

Reencantamiento

Hay un juego que tengo desde chiquita (mentira, desde bastante grande).  A veces, cuando no puedo tomar una decisión, o cuando necesito saber el futuro con urgencia (que es básicamente lo mismo), le pregunto a un libro. Bueno, no es solo para momentos místicos, también sirve para reírse con amigos. La cosa es que funciona. A veces hasta (me) asusta.

No es que pueda predecir un tsunami o una crisis económica, pero por algún motivo, llámese el más allá, el inconsciente o algún camino de la física cuántica, las respuestas siempre tienen coherencia con la pregunta. Sin excepción.   Algunos dicen que es un exceso de interpretación. Pero entonces que lo prueben. No contesta únicamente con metáforas, tenemos hasta antecedentes de respuestas con fechas y nombres propios. 

El libro en sí no importa, en este caso es un regalo de una tía que estaba a mano. Algunos dicen que más filosófico mejor, pero yo digo que no. Las novelas andan bien, y predicen unos futuros que dan miedo. El método es sencillo. Se hace una pregunta. Se abre el libro. Lo primero que se lee es la respuesta. No importa si es la primera palabra de la página, ni si es la de la izquierda o la de la derecha. Se puede empezar por el medio. Se pueden leer todas las palabras que quieras... Porque siempre la parte que se lee tiene sentido. 

Todo esto es un enredo para contar cómo resulta que va a seguir mi vida de ahora en más. Voy a evitar contar la pregunta: soy reservada, supongamos. Pero convengamos, también, que cuando alguien tiene la oportunidad de hacerle una pregunta al más allá, debe preguntar en principio lo mismo...  Esta es la primera respuesta: 

[...]dio un poco de pudor ser tan sensibles. Emocionado, el maestro contestó: -Hija, no tengo ningún poder sobrenatural. Pero puedo decirte que tres meses mal vividos son como segundos, mas tres meses vividos en plenitud son una eternidad. No entierres a tu hija en  el sepulcro de tu miedo. 

Está bien, no es la revelación que prometía. Pero que el mismo libro me niegue sus poderes sobrenaturales tiene su mística... Y a parte,  todo tiene su sentido en intertextualidad con mi pensamiento. Además, en una parte de la página dice "mora". Mora era mi nombre de mujer favorito, por ser una palabra con muchos anagramas y muchas acepciones. Sí, cosas de chicas a las que nos llama la atención la lingüística. 

Pero sigamos, es en la segunda respuesta cuando se pone interesante. Es mi parte favorita, porque es cuando el libro me bardea. Es que es tan bueno para mostrar afecto como yo. La pregunta esta vez es la siguiente (¡como para que el más allá no se me enoje!): ¿Si no le hago caso a lo anterior, ¿Podrá ser que mi problema se resuelva solo?

¡Utópica! ¡Date cuenta de tu propia pequeñez! [...] ¡Loca! ¡Quieres ser una heroína! 

Ok, ok. Ya nos entendimos. No voy a boludear más al libro. No voy a dejar que mi vida se siga intentando resolver sola. Vamos, entonces, con una última pregunta. Esta es fácil. ¿Cómo termino este texto?

Lo que el maestro nos pedía era que hiciésemos un experimento social diferente de todo lo que yo había aprendido en la sociología. No quería que fuésemos a África con apoyo financiero a hacer caridad, ni que ejerciéramos la filantropía en alguna institución, ni que expusiéramos la base de alguna religión o partido político. [...] Sólo debíamos ser seres humanos que se conectaban con otros seres humanos. 

Ahora sí. Esta podría ser la respuesta a la primera pregunta, y mucho más explícita. Es que el libro es como yo, tiene un poco de delay para las revelaciones. Nada de escaparme a África a ser ermitaña aislada de la sociedad...

(p.d.: En dos preguntas extras que no vale la pena mencionar, el libro sugirió que me tome un vino y me deje de joder.)

¿Hoy?

Y justo ahora que le debo al universo
necesito creerle una señal. 
Y si me voy a lo místico estoy en desventaja, 
y si me quedo de este lado estoy perdida.

Epifanía de Mora. 
Auch. 

16.12.12

no-ficción

Había más de mil y una cosas que le hubiera gustado hacer o decir
pero venían los finales
y el fin del mundo
y año nuevo
y las vacaciones.
En ese orden.

11.12.12

Viaje

Hay personas a las que les ponen su nombre por un libro. Y decímelo a mí, que hasta conocí a alguien que sin saberlo se tomó su rol bien enserio.  No es mi caso, me llamo Tamara por una obra de teatro de la cual mi mamá escuchaba la propagando pero nunca fue a ver. Si no hubiera sido así, podría haberme puesto el nombre por este texto. Y combinaría mucho más, chica intrincada que nunca se llega a conocer. 
Las ciudades y los signos (Ítalo Calvino)
El hombre camina días enteros entre los árboles y las piedras. Raramente el ojo se detiene en una cosa, y es cuando la ha reconocido como el signo de otra: una huella en la arena indica el paso del tigre, un pantano anuncia una vena de agua, la flor del hibisco el fin del invierno. Todo el resto es mudo es intercambiable; árboles y piedras son solamente lo que son.
Finalmente el viaje conduce a la ciudad de Tamara. Uno se adentra en ella por calles llenas de enseñas que sobresalen de las paredes. El ojo no ve cosas sino figuras de cosas que significan otras cosas: las tenazas indican la casa del sacamuelas, el jarro la taberna, las alabardas el cuerpo de guardia, la balanza el herborista. Estatuas y escudos representan leones delfines torres estrellas: signo de que algo —quién sabe qué— tiene por signo un león o delfín o torre o estrella. Otras señales advierten sobre aquello que en un lugar está prohibido: entrar en el callejón con las carretillas, orinar detrás del quiosco, pescar con caña desde el puente, y lo que es lícito: dar de beber a las cebras, jugar a las bochas, quemar los cadáveres de los parientes. Desde la puerta de los templos se ven las estatuas de los dioses, representados cada uno con sus atributos: la cornucopia, la clepsidra, la medusa, por los cuales el fiel puede reconocerlos y dirigirles las plegarias justas. Si un edificio no tiene ninguna enseña o figura, su forma misma y el lugar que ocupa en el orden de la ciudad basta para indicar su función: el palacio real, la prisión, la casa de moneda, la escuela pitagórica, el burdel. Hasta las mercancías que los comerciantes exhiben en los mostradores valen no por sí mismas sino como signo de otras cosas: la banda bordada para la frente quiere decir elegancia, el palanquín dorado poder, los volúmenes de Averroes sapiencia, la ajorca para el tobillo voluptuosidad. La mirada recorre las calles como páginas escritas: la ciudad dice todo lo que debes pensar, te hace repetir su discurso, y mientras crees que visitas Tamara, no haces sino registrar los nombres con los cuales se define a sí misma y a todas sus partes.
Cómo es verdaderamente la ciudad bajo esta apretada envoltura de signos, qué contiene o esconde, el hombre sale de Tamara sin haberlo sabido. Afuera se extiende la tierra vacía hasta el horizonte, se abre el cielo donde corren las nubes. En la forma que el azar y el viento dan a las nubes el hombre ya esta entregado a reconocer figuras: un velero, una mano, un elefante...


6.12.12

Fin

Odiaba a las personas, le tenía miedo a los animales, no creía en dioses ni marcianos. Le entregaba su vida a personajes de ficción. Hasta que un día se enredó.