2.8.13

Matar el tiempo

Fragmentos de desvelo, cosas que nada más se piensan en tiempos muertos, o cuando se está matando el tiempo, un asesinato poco inteligente que hacen los que tienen relaciones de amor-odio con la rutina. 

Sesenta y siete puñaladas, dice un relato policial. Puede darte igual sesenta y siete que doce o ciento ocho, todo significa lo mismo, crueldad horrible. Pero la verdad que sesenta y siete, tomarse el tiempo de matar tantas veces... ¿cuánto tiempo? ¿dos minutos? vos viste la eternidad que son dos minutos cuando estás esperando que te abran una puerta o que te contesten el teléfono, ¿cuánta crueldad cabe en esa eternidad?

Besos. Perdón por saltar de asesinatos a sangre fría a romanticismo, reconozco lo perverso de la asociación. Pero también tiene que ver con el tiempo, o en realidad con la percepción. Los besos y los ojos cerrados, esa imposición. Está bien, pero complica un poco los recuerdos... nadie tiene memoria táctil en estos tiempos (memoria táctil, qué es eso, ¿un nuevo chip para el celular?). Tenemos memoria fotográfica... Entonces ahí están, después tenés recuerdos de esas escenas vistos desde afuera, cosa que nunca podrías haber visto... Y te das cuenta de algo horrible, todos esos recuerdos son falsos. 

Paradoja: estos son pensamientos de desvelada, pero a las seis y media de la tarde. Es que es invierno. Y que por un capricho que no quiero reconocer como capricho, o por el que le pongo al encaprichamiento una connotación positiva, maté toda esta semana de una forma cruel. Y mataría las que vienen, si no fuera por responsabilidades y cosas así. Las amebas no tienen porqué comprometerse a hacer nada. Los que no tienen ganas, no tienen ganas, y nadie gana. Pero nunca lo entendí. 

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