20.12.13

Problemas de comunicación del siglo XXI

 En el colectivo van dos chicas exaltadas y me engancho en su telenovela. La chica más alta, que tiene una guitarra, collares de colores y el pelo como si tuviera rastas, llora. En realidad no llora pero paró hace segundos, todavía tiene las pestañas mojadas y se refriega los ojos. Habla con su amiga, que es mucho más bajita y tiene puesto un jean a pesar de que tiene un vestido por las rodillas y hace 30 grados de calor. Comentan algo muy alteradas, hablan de una tercera, una Camila que las trató mal y suspendió el viaje a Brasil. La bajita ahora habla por teléfono con su novio. Es su novio porque le habla con tono de novia y además porque no va a cortar hasta después de haberse bajado del colectivo en Ramos. Nadie puede hablar de Palermo a Ramos salvo que tenga a la persona gratis. Y la mamá no era. Le cuenta de la traición de Camila. Dramatiza. Dice su cara que el novio no está tan indignado con Camila como ella. La de la guitarra se volvió a poner a llorar. La conversación telefónica pasa del chisme al drama en menos de dos estaciones de metrobus. "Yo no sé si puedo o no puedo estar con vos". Eso no se le dice a un novio por teléfono desde un 166 atestado a mediados de Diciembre y cuando acabás de ser traicionada y dejada sin vacaciones en Brasil al mismo tiempo. Claro que nadie tiene ganas de nadie cuando está en esas condiciones. Pero la chica no analiza sociohistóricamente su enojo. Grita tanto que ya no soy yo sola, hay dos señoras enganchadas con la historia. La amiga se baja. En algún momento, desapercibida, dejó de llorar. Recién pasando Díaz Velez se pone a llorar la del teléfono. Igual no corta. La señora que le prestaba atención parece decepcionada cuando se tiene que bajar. Estamos por llegar a Ramos y yo pienso si tengo alguna excusa para quedarme, ahora que empezó el drama. "No se si no me voy, con vos tengo un problema de confianza" "Decime si no estás de acuerdo" "No, no te voy a reconocer eso. No sos la persona que pienso". Toco el timbre y se para ella también. Sonrío. Me imagino que baja del colectivo y la espera el chico para ver el final de la telenovela en 4D.  Bajamos. Va para la estación. Yo tengo que doblar. La miro, trato de deducir algún último dato, espero que se materialice el novio o el amante o Camila... No pasa nada. Doblo en el cotillón. En la puerta de una verdulería dos señores comen una especie de asado mientras tienen una conversación mafiosa, pero esa es otra historia. 

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