29.8.14

De cuando los humanos intentan despegar la etiqueta del envase de cerveza sin romperla

Este capítulo de los estudios completos sobre los humanos versa sobre uno de los más complejos actos que he estudiado en mi estadía en la Tierra: despegar la etiqueta del envase de cerveza sin que se rompa.
Para realizar esta tarea, un humano desliza el pulgar por el borde de la etiqueta notando el relieve una y otra vez, mientras el otro comenta que cada día se queda hasta más tarde en el trabajo porque tiene toda la energía puesta en la carrera. 
Inmediatamente el primer humano introduce la uña del pulgar bajo la etiqueta una vez, levantando el borde, y mira a los ojos al segundo humano, que exhala el aire con mayor presión hectopascal que en instantes anteriores, y pregunta por la bufanda que dejó una vez en el sillón.
El primer humano intenta con cierto éxito recolocar el borde de la etiqueta en su lugar y la afirma presionando con el dedo índice, al tiempo que contesta que la bufanda la sacó de la cartera porque la usó para bajar al supermercado el otro día, y que está en su cuarto, que se la devuelve la próxima vez que vaya a su casa. 
El segundo humano dice que no importa, que se la quede, que si algún día se ven se la devuelve. En ese momento, el primer humano arranca la mitad de la etiqueta de un tirón, sonríe y comenta que suena como si quizás nunca fueran a volver a verse. 
Mientras este humano intenta pegar nuevamente la etiqueta, fracasa y decide arrancarla toda con pequeños tirones rítmicos, el segundo dice que no sabe, que si se cruzan por ahí está todo bien, pero que no sabe si va a pasar por su casa de nuevo. Insiste en que el primer humano no debe preocuparse por la bufanda, ni por el libro de Cortazar.
En el instante que sucede al final de la palabra "Cortazar", el primer humano coloca toda la etiqueta, ya despegada casi por completo, sobre el envase que cada vez está más húmedo, porque mucho tiempo ha estado esa cerveza fuera de la heladera y nadie la ha tomado, y aprovechando esta condición de humedad, la desliza presionando con la mano entera hasta la base, retirándola entera.
Luego, la enrolla con movimientos entrecortados, y con un tono de voz acorde al movimiento de enrosque, dice que está todo bien, que el libro no lo terminó, pero que algún día si quiere le toque timbre y se lo lleva, y si no se lo manda por Tomi o Rodrigo cuando los vea. 
Finalizada la tarea, el primer humano se levanta y se va, pudiendo dejar el rollito sobre la mesa o llevarlo entre los dedos de la mano metida en el bolsillo, rompiéndolo y rasgándolo de a poquito. 

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